Ante la creciente necesidad de implicar y desarrollar el talento en las organizaciones, es lógico pensar que el directivo tiene que dar un paso más allá, desarrollando una labor de coaching cuyo objetivo sea ayudar a su gente a:
Sin duda, el desarrollo profesional de nuestra gente marca la diferencia y nuestra labor es encontrar formas de introducirlo en la vida cotidiana.
En este sentido, Beverly Kaye y Julie Winkle, en su libro “Ayúdalos a crecer o míralos irse”, plantean la necesidad de que los directivos desarrollen dos competencias fundamentales como son la escucha y la curiosidad y aprovechen cada interacción con su gente para mantener conversaciones en las que planteen preguntas de calidad, con el fin de provocar la reflexión, la toma de conciencia, y la exploración de posibilidades, oportunidades, ideas…, así como la acción.
Dichas preguntas deben abordar tres grandes áreas:
Por tanto, si tienes un equipo bajo tu responsabilidad ¿Qué tipo de conversaciones llevas con tu gente? ¿Dejas que ellos hablen el 90% del tiempo? ¿Prestas atención y tienes curiosidad por lo que te cuentan? ¿Sabes cómo definen ellos su éxito profesional? ¿Sabes qué necesitan para llegar a sus metas? ¿Les proporcionas los medios para desarrollarse?.
Sin duda, este nuevo rol, ayudará además a incrementar el nivel de comunicación, así como la implicación y el desarrollo del potencial de todos y cada uno de los miembros del equipo.